domingo, 1 de abril de 2012

01-04-2012 Ribera del Guadarrama



A las 8:45 en el punto de encuentro, allí estábamos Antonio y yo, dando cuenta de las ensaimadas media hora antes de la hora prevista, no sin antes ahuecar todo lo ahuecable. Casi puntual, pero a tiempo de probar la repostería, llegó el ingeniero con el coche oficial del Rayo y nos informaba de la ausencia de Agus por culpa de los amigos de lo ajeno. Agus, yo les ponía un jamón inyectado en laxante para que se retorcieran durante una temporadita ¡Lástima de jamón, no se merece tal final!

Ruta perfecta para recuperar sensaciones después de un tiempo en el olvido y para conocer las bondades, virtudes y exigencias de mi nueva montura (una vez realizadas las presentaciones) que se mostró nerviosa al comienzo, pero muy dócil una vez domada. Vamos lo que viene siendo un potrillo salvaje.

Un  inciso: Agus tienes que enseñarle tus habilidades al de la KTM: mira como la lleva
Iniciamos la ruta ascendiendo por el curso del río Guadarrama al más puro estilo Verano Azul, por una pista sinuosa al tiempo que cómoda en la que, según Chule, las 29 pulgadas marcan la diferencia. Después llegó una rampa bastante exigente donde en teoría las 26 deberían recuperar los honores, pero nada más lejos de la realidad. Cuando llegué arriba me dio tiempo a desmontar, aparcar cuidadosamente para no arañar el cuadro, sacar la cámara de fotos y sentarme a esperar. A lo lejos apareció Chule serpenteando cual reptil culebrero y, bastante más retrasado, un desconocido Antonio, sufriendo lo indecible y con calambres hasta en los párpados. Ni 26, ni 29, lo que se notaron fueron los cuarenta y tantos y, porqué no, los 89: no digo más para no profundizar en la herida.

Llegamos al tramo exigente en habilidades en el que Chule tomó el mando sin abandonarlo bajo ningún concepto. Los demás a su rueda, aprendiendo a derrapar y cruzar la bici, hasta que llegamos a un tramo estrecho con alambrada por un lado y cortao por el otro. Solo quedaban 25 centímetros para pasar por una zona extremadamente inestable... ¿os acordáis cuando Superman sujetaba las vías al paso del tren mientras se desprendía el terreno? pues igualito pero en vez de Superman teníamos a Chuleman, que pasó como si nada, arrimando el cuerpo al abismo. Los mortales, echando el pie a tierra y jurando en arameo.

Continuamos sin mayores percances hasta que decidimos regresar por un "single track" que no era ni single, ni track, vamos un "campo a través" de toda la vida y muy arbolado en el que pusimos a prueba la resistencia de nuestros cascos con alguna que otra rama perdida. Una parada para repostar y a volver por donde habíamos venido con alguna diferencia apreciable: los 25 centímetros habían menguado a 15 y a Chuleman le sobraban 10. ¿Pa qué tanto, verdad?

De vuelta, un vistazo de refilón al parking del campo de golf: no había ni un Corsa, ni un taxi, ni una fregoneta, todo eran Q7, X5, A6, ... ¡Amos que! ... lo que van a sufrir cuando se mueran (por todo lo que dejan). No me los imagino disfrutando en el merendero de unos callos con garbanzos al estilo "hornillo".

A las 13:20 comidos y bebidos y camino de casa, esta vez sin grandes caídas, ni heridas de guerra que fotografiar, pero aprendimos algo muuuuuuuuuuyyyyyyy importante: que desde hace años tenemos una cosa que se llama "rapidfire plus" y que se puede utilizar.

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