Gran jornada
de domingo. Nos juntamos para celebrar el cumpleaños de nuestro Ingeniero. El
no vino, pero nosotros brindamos por él como si estuviese allí, con nosotros.
No faltó la cerveza ni el vino. Hasta Mixtas teníamos, no sé porque, pero las
teníamos. Le llamamos por teléfono a las nueve de la mañana para felicitarle
pero, claro, no nos contestó. Lo único que hizo, seguro, fue acordarse de
nosotros y blasfemar algún improperio al unísono con la melodía de su móvil.
FELICIDADES CHULE...!!!!!!!
Con los
coches a buen recaudo, los dejamos en la BP, donde, creo, nos van a acordonar
en cualquier momento un espacio cada domingo con exclusividad absoluta para los
JOTASTIM, yo personalmente, no he estado en una gasolinera tantas veces en mi
vida y mucho menos para no echar ni un solo litro. Con los coches a buen
recaudo, decía, nos fuimos a hacer una rutita clásica, como las de antes, sin
alardes de ningún tipo, ni subiendo, ni bajando, pero una rutita completita de
rodar y rodar y currarte y currarte, disfrutando con el entorno, los amigos y
las sorpresas que de cuando en cuando te depara el camino... o vereda... o
senda... o surquillo... o ni eso.
Nos juntamos
allí un asiduo, Agus, un semi, Jorge, y tres temporeros Jantonio, Carlos y
Juanjo, con el único objetivo de disfrutar y recuperar algunas JOTAS que se nos
están cayendo a pares. El degradado de la espalda no es ningún capricho, tiene
su significado. Los de la versión 2.0 nunca sabrán lo que jode que te quiten
una JOTA.
El Soto de Viñuelas es un encinar
adehesado situado al norte de Madrid. Se trata de una finca vallada, de unas
tres mil hectáreas, que reúne importantes valores ecológicos, paisajísticos y
artísticos. Forma parte del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares,
el espacio natural protegido de mayor superficie de la región. Pero allí no estuvimos, no.
La finca en cuestión era propiedad
en el siglo XVI de Carlos I, pasando por muy diferentes propietarios hasta que
en 1751 la Corona Española se hizo con su propiedad a instancias de Fernando
VI. Felipe V pasaba grandes temporadas en este lugar, atraído por su riqueza
cinegética... a cazar, ná
más que a cazar iba el tío.
Ya en el siglo XX, durante la Guerra
Civil, sirvió de cuartel general al Ejército Republicano y tras la contienda
sirvió como residencia de Francisco Franco mientras se acondicionaba el Palacio
Real de El Pardo para su residencia definitiva. Pero nosotros lo único que hemos
visto de todo la finca es su valla... kilómetros y kilómetros de valla. Siempre
a nuestra derecha. Que larga que es, no os podéis hacer idea.
El paraje está surcado por el arroyo
de Viñuelas, afluente del rio Jarama. El terreno es muy erosionable debido a su
composición arenosa. Por su proximidad, presenta básicamente las mismas
características geomorfológicas que El Pardo: terreno arenoso, que drena muy bien y que es idóneo
para las temporadas invernales húmedas donde andamos buscando alternativas a
las sufridas cuestas, costarrones y pedregales del ingrato Hoyo.
El encinar adehesado y las fresnedas
constituyen su vegetación principal. El venado, el jabalí y la perdiz se unen a
su importante fauna avícola entre la que destaca el águila imperial... Pues ni un bicho de estos nos
encontramos... pues claro, si íbamos por fuera, que vamos a ver...¡¡¡¡
40
kilómetros nos hicimos, pues 40 kilómetros de valla tiene la finca. Los 655
metros de desnivel acumulado que tiene la ruta dan para mucho con subidas
pesadas y bajadas trepidantes, senderos sinuosos y rápidos y grietas o surcos
infernales.
Hasta en dos ocasiones cruzamos el carril bici entre alaridos,
quejidos y quebrantos de unos y regocijo de otros, que miraban como discurría
paralelo a nuestro incomodo transitar. Jantonio decidió que lo mismo haciendo
un doble mortal aparecería en el carril bici, pero la realidad fue otra, la
realidad era que estaba en un costarron con unas pedrolas enormes y su
costillar impactado contra ellas sin remisión.
Corría el
minuto uno y ya habíamos tenido una caída. Era la excusa perfecta para hacer
una parada que hacía presagiar lo que iba a dar de sí la jornada: Ganas de
pedalear... las justas, de descojonarse... bastantes y de parar y charlar...
TODAS¡¡¡¡¡
Paradas que
se sucedían sin motivo alguno aparente porque no tuvimos caídas, quitando la de
Antonio que no fue nada. Ni averías, ni pinchazos, ni incidencia alguna digna
de reseñar... nada de nada. Cualquier excusa era buena para parar. Paramos
incluso para ver un video que había mandado Alex por el guasa... que ya lo
habíamos visto todos... INCREIBLE¡¡¡¡¡ Paradas en el KM 1, en el 11, en el 12,
en el 34 y dos en el 39...,vamos, que fuimos muy a gusto y relajados hasta que
comenzó una subida tendida pero interminable donde Carlos se nos vino abajo,
sufriendo lo suyo.
Pero que a
las 12:15 llegamos a los coches y se le
pasaron todos los males.
Muy bien,
muy bien... me gustó mucho.
el Maestro
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