El domingo 22-01-2012 habían quedado los
Jotas en el Merendero de San Agustín de Guadalix a la 9,00 Horas para hacer la
ruta en bici.
Allí nos presentamos con puntualidad
británica: Jesús, Carlos, Agus, Edu, Juanjo y Miguel. Seis toros seis de la
ganadería Jotateam. Con un frío de pelotas, 1 grado bajo cero marcaba el coche.
Después de preparar las bicis y de que
Carlos se probase la talla de maillot y comprobase que el también había
engordado con la campaña del polvorón (necesita la talla XXXL). Empezamos a
subir, subir y seguíamos subiendo era interminable la subida, enseguida
entramos en calor y empezamos a sudar.
Llegamos a las Dehesas donde estaban las
vacas comiendo tranquilamente hasta que llego Juanjo y toco el freno, en ese
momento se escuchó un chirrido ( a ver si cambias de una vez las pastillas, que
nos vamos a quedar sordos), los toros levantaron la cabeza, porque ya eran
toros las vacas habían desaparecido, y nos miraron mal.
Continuamos rodando por la hierba,
esquivando moñigas, en este momento me acorde del poeta Antonio Machado cuando
dijo “caminante no hay camino se hace camino al andar”, en este caso era rodar,
el Chule iba delante y los demás le seguíamos. Si señor un gran Ingeniero de
Caminos, con qué facilidad construye los caminos.
Paramos a comer el jamón que, con gran
esfuerzo, había subido Carlos en la mochila, la barrita ya nos sabe a poco,
solo faltaban las cervezas (para la próxima que alguien las eche en la
mochila). En este punto llevábamos más de dos horas de marcha y solo habíamos
recorrido 15 Km. Ya solo quedaba el descenso.
Con tanto esquivar moñigos a Edu se le
olvidó esquivar un tronco que le dio en el cambio y se le rompió, menos mal que
Carlos tenía una patilla de cambio de repuesto y El Ingeniero se la pudo
adaptar. Nota importantísima: HAY QUE LLEVAR UNA PATILLA DE CAMBIO DE REPUESTO,
yo ahora voy al BuhoBike a por una (algunos no sabíamos que eso existía).
Al llegar al rio Basanta se atrevió por
una bajada, que…. Bueno porque unas ramas no le dejaban pasar.
Después de parar un poco en un
acantilado y pensar si hacíamos Barranquismo, decidimos volver a los coches
porque si no se haría muy tarde. Antes de llegar Jesús se puso a buscar la
cuesta del postgrado, naturalmente solo la bajaron El Brujo y El Chule que son
los que cuentan con ese Máster.
Llegamos a los coches a las 12,45 H. mas
a menos. Donde hacia un día espectacular para tomar el ágape en el merendero.
Miguel
___________________________________________________________________
Como
suele ser habitual en esta ruta, el día comienza con una visita al WC
de la gasolinera de San Agustín de Guadalix. De paso compro el pan y me
tomo un café, vamos lo que se dice "un completo".
Llego
al merendero del río y aún me da tiempo a dar una cabezadita, por
supuesto, con el motor en marcha para aguantar mejor los 2 grados bajo
cero. Poco a poco van llegando los compañeros: Agus y Chule, primero.
Desafiantes nos miramos unos a otros a ver quien se baja antes del
coche. Después llegaron Eduardo, Miguel Ángel y Juanjo.
Iniciamos
los preliminares por una zona suave y sinuosa. Sin apenas darnos cuenta
la cosa se va poniendo dura e intensa, lo cual hace subir la
temperatura. Chule y yo, entre tro-pezones más propios de la impaciencia
que de la inexperiencia, nos distanciamos y, para evitar el calentón,
tomamos aire (uno más que otro). Todos nos reajuntamos de nuevo para
adentrarnos en el coto. Allí nos desenvolvemos con más soltura: primero
por la gran brecha que abre camino a modo de autopista, después
bordeando las zonas más escarpadas, y finalmente entre la maleza en su
mayor parte recortadita por los, según Agus, suaves labios... vacunos.
Entramos en el humedal; to pa nosotros. De apariencia virginal, lo
atravesamos contemplando su abrumadora belleza y sin atisbar rastros de
otras especies. Desde allí derechitos a la capilla -pensarán algunos-.
Nada
más lejos de la realidad. Entre colinas y senderos aparecieron los
típicos machitos reclamando el territorio prohibido como propio. Los más
coloraos (Juanjo y Miguel Ángel) en cabeza, abriendo paso ante miradas
desafiantes, cornamentas más grandes que nunca visibles al otear el
horizonte y, sobre todo, excrementos estratégicamente ubicados (que le
pregunten a Juanjo), nos hicieron huir a la citada capilla. Si, pero
para encomendarnos a... ¿a quién? a una fuerza superior, suprema: la
marranil, que por arte de magia nos dio fuerza para sobreponernos y
esquivar a las bestias entre piedras, arbustos y troncos. En nuestra
huida hacia delante Eduardo fue el más perjudicado dejándose la patilla,
y menos mal que no fue otra cosa.
Pero,
como a cabezones no nos gana nadie, decidimos regresar por el flanco de
atrás para rematar la faena. Allí nos encontramos a otros
aficionadillos que casi acaban empalados demostrando que no es más listo
el que más corre, sino el que va detrás descojonándose.
Para
terminar nos dimos un homenaje de lo más placentero entre cascadas y
fluidos, dejándonos llevar al éxtasis que nos esperaba en el merendero.
P.D.: El que piense que este relato tiene una doble lectura verdaderamente está enfermo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario