02-06-2013 XanblaX Morcuera

Otro Castigo Del Brujo

Me cago en to, en el corrector de las tablets, en las tablets y en su inventor. Dos horas me tiré anoche escribiendo la crónica ¡2 HORAs! La tenía niquelá y cuando ya estaba apuntito de darle a enviar desapareció sin más, ni rastro ¡ME CAGO, ME CAGO, ME CAGO... y no soy el único!

Así pues, como podréis comprender no tengo ánimo, ni tiempo, para extenderme demasiado otra vez y por eso voy a sintetizar.

Asistimos al evento 8 elementos: Antonio, Agus, Jorge, Luis, Fabián, Felipe, David (sangre fresca) y un servidor que hace de anfitrión.

37 km. en 4 horas de recorrido (contando 1 hora en paradas y reagrupamientos) salvando 1.000 metros de desnivel "acumulado" y unos cuantos VTPC:

• el primero, al vadear un charquito. El que más se queja: Antonio. Parece que Riaza le dejó traumatizado
• el segundo, al gestionar las primeras cuestas, aunque quizás ayudó la estampida provocada por un pirao que salió tras los arbustos en pelota picá. ¡Ah no, que era Antonio aliviando peso! ... tramposo
• el tercero, ese no lo escuché pero me lo imagino, al contar o descontar una a una las famosas siete revueltas.
• el cuarto, al observar el frenesí de David subiendo como un descosido. Se ganó a pulso el apodo de "superraton" 
• el quinto, al decidir que después de la séptima revuelta, en vez de bajar a la Hoya, subiríamos a la Morcuera.
• el sexto, al percatarse el personal de que el último tramo del puerto eran 2 kms de asfalto en vez de 1 como prometí... inocentes
• el séptimo, al comprobar en la cumbre, a 1.796 metros, cómo se encojen los pulmones, se paralizan las neuronas y se acelera el riego sanguineo (por todo el cuerpo). Que le pregunten a Jorge que le ponía cachondo hasta el apuntador. Es lo que tiene la montaña que no avisa.

Después de 2 horas subiendo, el reagrupamiento, las fotos de rigor en la cima (de los que tuvimos fuerzas para subir los últimos 10 metros) iniciamos el descenso por una trialera muy rápida con pedromelones esparcidos a diestro y siniestro y en la que el mayor peligro era llevar un compañero cerca que provocara una avalancha de dulce mineral.

Después de 5 minutos bajando, estábamos de nuevo en la séptima revuelta en dirección a la ya afamada Hoya de San Blas, a la que llegamos no sin antes descender otro tramo intenso y no exento de sustos y golpes varios entre pinares, brezos y pedrosandías.

Tras el correspondiente reagrupamiento, redbules y comentarios varios sobre cómo trazar correctamente en condiciones extremas (como si diera tiempo a pensarselo mientras lo haces), Agus vuelve a sentir los brazos y  continuamos el descenso esta vez por pista para enlazar con una secuencia de trialeras en las que, aunque parezcan de segunda, siempre tenemos alguna baja. Hace un año Fabían se esfumo entre matorrales dejándose el costillar. En esta ocasión nos esfumamos todos y dejamos a Agus perdido en el laberinto de rocas y maleza. Nadie se percató, nadie le echó de menos, hasta que llegando a Soto la cercanía de las cervezas nos despejó las neuronas que aún seguían abotargadas por el mal del altura.

Finalmente llegamos todos, sanos y salvos, con inusitada puntualidad, a los coches para dar cuenta del habitual ágape reconstituyente, comentar las mejores jugadas y llegar al unánime acuerdo de repetir el año que viene pero con nieve.

¡CHUAAAA!

el Brujo